Trastornos de la conducta alimentaria: prevenir y tratar.

Trastornos de la conducta alimentaria: prevenir y tratar.
Photo by Artem Labunsky / Unsplash

Los trastornos de la conducta alimentaria son afecciones del comportamiento caracterizadas por una perturbación grave y persistente en los hábitos alimentarios, así como pensamientos y emociones asociados que provocan angustia. Pueden ser afecciones muy graves que afectan la función física, psicológica y social. Los tipos de trastornos alimentarios incluyen la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa, el trastorno por atracón, el trastorno de evitación/restricción de la ingesta de alimentos, el trastorno alimentario no especificado, la pica y el trastorno por rumiación.

En conjunto, los trastornos alimentarios afectan hasta el 5% de la población, y se desarrollan más a menudo en la adolescencia y la edad adulta temprana. Varios, especialmente la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa, son más comunes en mujeres, pero pueden ocurrir a cualquier edad y afectar a cualquier género. Los trastornos alimentarios a menudo se asocian con preocupaciones por la comida, el peso o la forma corporal, o con la ansiedad por comer o las consecuencias de comer ciertos alimentos. Los comportamientos asociados con los trastornos alimentarios incluyen la alimentación restrictiva o la evitación de ciertos alimentos, la ingesta excesiva de alimentos, la purga mediante vómitos o el abuso de laxantes, o el ejercicio compulsivo. Estos comportamientos pueden volverse impulsivos de una manera que parece similar a una adicción.

Los trastornos alimentarios afectan a varios millones de personas en cualquier momento dado, principalmente mujeres entre las edades de 12 y 35 años. Hay varios tipos de trastornos alimentarios. Los más comunes son la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa, el trastorno por atracón, el trastorno de evitación/restricción de la ingesta de alimentos (ARFID) y el trastorno alimentario no especificado (OSFED).

Los trastornos alimentarios a menudo coexisten con otros trastornos psiquiátricos, principalmente trastornos del ánimo y de ansiedad, trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos del uso de alcohol y sustancias. La evidencia sugiere que los genes y la heredabilidad juegan un papel en por qué algunas personas tienen un mayor riesgo de desarrollar un trastorno alimentario, pero estas afecciones también pueden afectar a aquellos sin antecedentes familiares de la afección. El tratamiento debe abordar las complicaciones psicológicas, conductuales, nutricionales y médicas. Este último puede incluir consecuencias de la malnutrición o de los comportamientos purgativos, como problemas cardíacos y gastrointestinales, así como otras afecciones potencialmente mortales. La ambivalencia hacia el tratamiento, la negación de un problema con la alimentación y el peso, o la ansiedad por cambiar los patrones alimentarios no es infrecuente. Sin embargo, con la atención médica adecuada, aquellos con trastornos alimentarios pueden recuperar hábitos alimentarios saludables y recuperar su salud emocional y psicológica.